Como todos los avances científicos, un descubrimiento puede utilizarse para hacer el bien o para hacer el mal. Las matemáticas no son menos. La ecuación Black-Scholes está en la base de las operaciones financieras actuales, se utiliza para valorar los precios futuros de los activos. Una herramienta peligrosa si no se pone límites a su utilización (y la ola neoliberal opta por no ponerlos, aaah, haber elegido muerte).
El caso es que los señores que crearon la ecuación y la publicaron en 1973, inocentes ellos, obtuvieron el Premio Nobel de Economía en 1997 por su invención (¿o descubrimiento? ¿las matemáticas son un lenguaje artificial o siempre han estado ahí?).
Ahora la ecuación está en el punto de mira: olvidar que es un modelo basado en supuestos que pueden fallar, obviar que los precios no pueden subir eternamente, descuidar los riesgos con tal de maximizar las ganancias… hasta que todo salta por los aires. En esta entrevista de La Vanguardia, el matemático Ian Stewart, de la Universidad de Warwick (Reino Unido), desgrana por qué ha fracasado el uso de esta ecuación en el sistema financiero.

La mismísima ecuación Black-Scholes, merecedora del Nobel: las matemáticas sin control no pueden acabar bien.
Imagen: Wikipedia.
24/04/12 at 10:38
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